El 23 de Enero de 1958, un movimiento cívico-militar derrocó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, quien fue presidente de Venezuela durante 8 años.
Pérez Jiménez había ganado en diciembre de 1957 un plebiscito que prolongaría su mandato. Sin embargo, el 1 de enero de 1958 un levantamiento militar fue develado y, con ello, se originó una crisis de liderazgo militar que puso en tela de juicio el poder absoluto de Pérez Jiménez en las Fuerzas Armadas.
A partir de este suceso, se generaron pronunciamientos públicos de diversos sectores del país, incluidos empresarios, obreros, periodistas, entre otros, quienes manifestaron su repudio a la dictadura.
Comenzaron acciones de calle y una huelga general, donde partidos políticos, empresarios, estudiantes y la sociedad civil fueron apoyados por los militares alzados que dieron al traste con la dictadura.
Antecedentes:
El 1º de enero de 1958 ocurre un alzamiento militar en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez que demostró su debilitamiento en el poder y creó el clima de descontrol que 22 días después, el 23 de enero, llevaría a su derrocamiento.
La terrible situación del país, evidenciada por las persecuciones políticas, el peculado y la represión, motivaron que un grupo de oficiales, liderados por el coronel Hugo Trejo, planificaran una rebelión militar cuya meta era restituir la democracia y salvar del descrédito a la institución militar.
Sin embargo, su lucha fue silenciada por factores políticos como Acción Democrática (AD), que como dice el mismo Trejo en su libro La revolución no ha terminado, “triunfante sobre caballo ajeno” llegó al poder, tanto el 18 de octubre de 1945, al derrocar a Isaías Medina Angarita, como en su retorno al juego político luego de la caída de la dictadura.
También se supo de la intención que tuvo la Junta Patriótica, coalición de importantes fuerzas populares que también planificaba un alzamiento popular de plegarse al movimiento, sin embargo nunca se concretó reunión alguna, y los oficiales comprometidos sólo supieron de la Junta días después, cuando hizo los llamados a huelga previos al 23 de enero.
Trejo, quien propuso la “democratización de las Fuerzas Armadas e integración al pueblo de Venezuela”, se convirtió en un factor incómodo tanto para los caudillos políticos como para los que representaban el continuismo del régimen en el ámbito militar, quienes fraguaron su retiro del escenario político al ser nombrado en cargos de servicio exterior, durante una especie de “exilio” de 10 años.
Los resultados de la “gran farsa” del plebiscito convocado para el 15 de diciembre por parte de Pérez Jiménez, donde cerca de dos millones de electores lo legitimaron “voluntariamente” en el poder, activaron el plan de alzamiento en Caracas y Maracay, así como la toma de la base aérea de Boca de Río (Palo Negro), en Aragua.
El movimiento se iniciaría el 5 de enero de 1958, del que resultaría, de tener éxito, la creación de una Junta Revolucionaria Cívico Militar, integrada por cuatro militares, uno por cada fuerza, y tres civiles, y un Consejo Consultivo Político conformado por AD, Copei, Unión Republicana Democrática (URD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV).
El 29 de diciembre se acordaron los detalles preliminares, el grupo insurgente contaría con varias guarniciones en Caracas y Maracay.
La Rebelión:
Las semanas previas al 23 de enero, fueron de una constante lucha popular refrenada por la represión de la dictadura que adolecía de una acentuada crisis de gobernabilidad.
El 1° de enero ocurre el alzamiento militar de la guarnición de Maracay (Aragua), hay cambios en el gabinete de ministros el 11 de enero y el día 20, la Junta Patriótica promueve una huelga de los diarios que al día siguiente se transforma en huelga general.
El día 22 hay acciones de calle con volcamiento de autobuses y enfrentamientos contra la policía con bombas molotov. Aunque Pérez Jiménez se había designado a sí mismo ministro de la Defensa, el sector militar se comprometió con las maniobras que se realizarían de aquel momento en adelante. Las guarniciones de La Guaira, Maracay, Puerto Cabello y Valencia, respaldaron la rebelión.
La Marina, por su parte, fondeó mar adentro a los destructores Brión, García y los buques Aragua, Nueva Esparta y Zulia para neutralizar al gobierno, mientras que la aviación revocó cualquier instrucción de movilizar la escuadra de aviones en Maracay. Era la noche del 22 de enero.
Pérez Jiménez abandonó Miraflores en la Vaca Sagrada, avión presidencial rumbo a Santo Domingo, al no poder vencer la insurrección del pueblo y comprobar que se había derrumbado el respaldo militar que sirvió de base a su gobierno. Acompañaron a Pérez Jiménez su esposa, sus tres hijas, su suegra, Luis Felipe Llovera Páez, Pedro Gutiérrez Alfaro, Antonio Pérez Vivas, Raúl Soulés Baldó y el testaferro Fortunato Herrera.
Horas después, a las 4:00 de la mañana, la Junta Militar presidida por Larrazábal asume el poder, a las 5:30 en los hogares caraqueños se escuchan las campanadas de las iglesias y la radio anuncia la caída de la dictadura. El pueblo sale a la calle y se concentra en la Plaza Bolívar de Caracas.
De inmediato son liberados los presos políticos, es quemada la sede de la Seguridad Nacional y prevalece el grito “Viva la libertad, abajo la tiranía” al pie de la estatua ecuestre del Libertador.
La traición:
Quienes desde la Junta Patriótica (iniciativa promovida por el PCV y Fabricio Ojeda) iniciaron los esfuerzos políticos unitarios, terminarían siendo excluidos junto al pueblo, la insurrección popular sería una y mil veces acallada por los intereses trasnacionales pactados en Nueva York y ratificados en la residencia “Punto Fijo”.
La junta de gobierno formada esa tarde de fervor patriótico en la calle, fue atemperada por los pactos de las élites empresariales y militares, la Junta-Cívico Militar estuvo conformada por el Contralmirante Wolfgang Larrazábal y la incorporación de dos empresarios, Eugenio Mendoza y Blas Lamberte.
Había llegado al poder la llamada “Democracia Puntofijista”, aquella farsa conciliación de élites que se impuso a los anhelos de liberación nacional, que el pueblo forjo en las calles desde 1936 y que una vez más fue traicionada.
Los líderes de los partidos políticos del “Pacto de Nueva York”, nacionalizado de “Punto Fijo”, Acción Democrática, COPEI y URD, sirvieron como peones del juego económico de las transnacionales petroleras y del gobierno norteamericano, al firmar un pacto de gobernabilidad que sirvió para aislar de la escena política a las fuerzas populares y de izquierda, hipotecando el futuro democrático del país.
Con el objetivo final de garantizarse el ejercicio del poder político y económico, restringiendo las garantías constitucionales en concordancia con la oligarquía económica importadora, sobre la farsa conciliación obrero-patronal.
Entre los años 1960-1998, los gobiernos puntofijistas se encargaron de secuestrar los derechos democráticos, coartando la participación popular, instaurando un régimen represor de los movimientos sociales y revolucionarios.
Reivindicación Histórica:
Pero a pesar de la oscura noche de los cuarenta años Punto Fijistas, “la democracia representativa” no pudo extinguir el espíritu combativo” del aguerrido pueblo venezolano, quien a pesar de las fuertes condiciones de represión y persecución, se mantuvo en pie de lucha llevando viva la llama de la Revolución.
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