“El 11 de febrero de 1814, entró a Ocumare del Tuy Francisco Rosete, el sanguinario, el depredador, quien con sus tropas entró a sangre y fuego contra civiles escasamente armados y sin ejército que defendiera la localidad.
Ante la presencia de aquellas bandas asesinas muchos ocumareños se van a las montañas, otros se refugiaron en la iglesia. Rosete manda a derribar las puertas del templo a hachazos: no quedó vivo ninguno de los que se habían guarecido allí”.
Así describe el hecho conocido como la “Masacre de Ocumare”, el profesor e historiador Antonio Delgado, integrante del Proyecto Matria, para difusión de nuestra historia.
Si el 11 de febrero de 1814, el valeroso pueblo de Ocumare dio muestras de aguante y entereza, ante la presencia de Rosete y su legión infernal, los revolucionarios de hoy debemos resistir con firmeza ante los embates de la guerra económica y de cualquier otra amenaza interna o externa, recalcó.
El profesor Delgado llamó la atención en relación al compromiso militante que tienen los historiadores con una historia “que descolonice la memoria de los pueblos y visibilice a los invisibilizados por la historia oficial, a los ignorados, a las mujeres”, y les llamó a hacer lo propio con las regiones y localidades donde tuvieron lugar hechos memorables”.
LA MASACRE
-El presbítero del pueblo Juan José de Orta, informado sobre la proximidad de la horda realista, envió un mensajero para interceder como representante de la Iglesia ante Rosete; pero el depredador mató al emisario y continuó implacable.
Agregó Delgado que el padre Orta definió a Rosete como bárbaro y sanguinario e hizo cálculos de unas 300 personas asesinadas dentro del recinto religioso.
“Rosete sometió a esta localidad a una guerra de aniquilación. Casa por casa, la matanza comenzó desde los ejidos del pueblo, desde los conucos más lejanos. Sus secuaces cortaron las orejas, brazos, piernas y partes íntimas a los hombres. A las mujeres les cortaron los senos y los clavaron en las puertas y ventanas de las casas que no fueron quemadas”.
En los días posteriores a la masacre la mayoría de los habitantes de los valles del Tuy llegan hasta la capital, aportando los pormenores de los terribles hechos, los cuales fueron descritos en la Gazeta de Caracas.
LA GUERRA A MUERTE
El profesor Antonio Delgado advirtió que la presencia de Rosete en Ocumare y en los Valles del Tuy fue una de las acciones de guerra dirigidas a lograr los objetivos políticos, sociales y económicos de José Tomás Boves, quien en pleno periodo de la “Guerra a Muerte” entre los años 1813 y 1814, tiene como máxima ambición dominar Caracas.
Explicó que la “Guerra a Muerte”, firmada por el Libertador el 15 de junio de 1813 en Trujillo, fue la respuesta estratégica a la matanza iniciada por Domingo Monteverde después de la caída de la I República (1810-1812) y la violación a la capitulación de Francisco de Miranda.
Tuvo como objetivo diferenciar a los patriotas respecto al bando español, pues Simón Bolívar reconoce el carácter fratricida de esa guerra:
– Si bien el bando realista estaba dirigido por españoles y canarios, muchos de ellos tenían largos años de residencia en el territorio; las bandas armadas que encabezaban estaban integradas por blancos pobres, negros, cimarrones, peones y manumisos, en su mayoría nacidos en Venezuela, que combatían no propiamente a favor del Rey, sino contra la oligarquía criolla fundadora de la República.
La proclama busca darle a la causa de la independencia carácter nacional; dotarla de incorporación popular para transmitirle contenido de igualdad e investirla con la dimensión de enfrentamiento internacional.
LAS CONSECUENCIAS
El editor de la Revista Matria corrobora que la toma de Ocumare abre a los realistas el paso hacia Caracas desde los llanos, ante lo cual el Libertador envía a José Félix Ribas.
“El héroe de La Victoria ataca a Rosete el 20 de febrero en Charallave, haciéndole salir en desbandada tan apresuradamente que deja gran cantidad de armas, municiones, prisioneros y documentos”.
-El 21 de febrero entra Ribas a Ocumare y contempla con horror el cuadro dantesco que presentaba el pueblo. Con sus tropas ayuda a limpiar las calles y las casas, a incinerar los cadáveres y al mismo tiempo ordena el fusilamiento de los prisioneros realistas en represalia por aquella atrocidad, prosigue.
-Rosete, que recibe refuerzos de Boves, regresa el 6 de marzo, destrozando la pequeña guarnición dejada por Ribas en el pueblo. Juan Bautista Arismendi, autoridad de Caracas, da respuesta militar a esa arremetida pero es derrotado.
-Enterado de la nueva invasión en el Tuy, Bolívar ordena al coronel Mariano Montilla auxiliar a Caracas con 400 hombres para cortarle el paso a los realistas, añade.
Precisa que con los lanceros de Montilla y voluntarios, Ribas reúne 900 hombres y en cama de mano, por estar enfermo de fiebre palúdica, enfila nuevamente hacia Ocumare del Tuy a donde llega el 19 de marzo, “decide estudiar el terreno y los movimientos del enemigo y diseña un plan”.
El 20 de marzo Ribas envía sus tropas sobre los realistas en dos frentes de batalla. Rosete se ve perdido y, como último recurso, envía su caballería contra los patriotas, estrellándose contra el escuadrón de lanceros del coronel Mariano Montilla.
-El sanguinario huye en bandolera con un resto de tropa, perseguido por Ribas, Montilla y Leandro Palacios, pero va a dar de frente con la avanzada del Ejército de Oriente, comandada por el coronel José Francisco Bermúdez, quien liquida a la horda realista. Rosete salva la vida milagrosamente.
REBELDÍA DE LA MUJER
-Pese a todo el terror, los ocumareños nunca intentaron pasarse al enemigo, por el contrario, se mantuvieron siempre firmes y aunque en la historiografía no se hace referencia a la participación femenina, ni en defensa de la población de Ocumare o a favor de los realistas, las fuentes consultadas revelan que Don Pedro Vegas intentó aplacar a Rosete invitándolo a un almuerzo.
El docente detalló que Rosete aceptó la invitación, pero durante la comida exhibió una actitud intolerable fastidiando a los comensales con ofensas y sarcasmos y lanzándoles pedazos de pan.
-Una de las mujeres presentes no soportó las burlas y encaró a Rosete. El sanguinario ordenó la formación de su tropa. Los presentes intentaron escapar, pero fueron capturados y asesinados, entre ellos el propio Vegas y su esposa, Doña Juana Aristigueta, a la que mandó desollar la espalda estando aun viva.
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