Hace 82 años se apagó la pluma de Ana Teresa Parra Sanoja, mejor conocida como Teresa de la Parra, reconocida en el mundo literario por sus obras Ifigenia y Memorias de Mamá Blanca.
Hija de padres venezolanos, Teresa nació fortuitamente en París (Francia), el 5 de Octubre de 1889, sus progenitores fueron Rafael Parra Hernáis e Isabel Sanoja. Con apenas 2 años de edad llegó Venezuela, a los 11 años luego de la muerte de su padre su familia fija residencia en Europa.
Siendo una adolescente, Teresa es internada en el Colegio religioso Sagrado Corazón de Godella en Valencia, España; Allí comienza a expresar su inquietud por la poesía. Se dedicó a la lectura de escritores famosos como, Guy de Maupassant, Catulle Méndes y Valle-Inclán, quienes ejercieron gran influencia en su formación literaria.
En 1910, una joven Teresa de la Parra regresa a Caracas, allí la escritora tomó apuntes de los modismos del español caraqueño, de sus maneras, de sus variantes. Tiene una gran fascinación por el habla coloquial, que utilizó como recurso para contar historias.
A los 26 años publica sus primeros cuentos. Corre el año de 1915, y para ese entonces la mayoría de las mujeres de su edad no se ocupaban precisamente del oficio literario. Es un hecho excepcional lo que ocurre en sus escritos, que se ven publicados en revistas parisinas como Paris Time, Revue de L’Amérique Latine y otras más.
En 1923, regresa a París y un año más tarde bajo el seudónimo Teresa de La Parra pública su primera y más famosa novela, Ifigenia, con la que participa en un concurso literario en París, auspiciado por el Instituto Hispanoamericano de la Cultura Francesa, obteniendo el primer premio. De la Parra es premiada con dinero y la publicación de Ifigenia en francés y español. De allí en adelante su fama creció hasta convertirse en una de las mejores autoras de habla hispana, codeándose con escritoras de la talla de Gabriela Mistral.
Años más tarde, durante un viaje a Suiza escribe su segunda novela, Memorias de Mamá Blanca, la cual es publicada en 1929.
En sus últimos años de vida se instala definitivamente en Europa, teniendo como proyecto una biografía de El Libertador, Simón Bolívar, por el cual siente mucha admiración y respeto. Pero no logra terminarla, porque en esos días aparecen los síntomas de la enfermedad pulmonar que años más tarde le quitaría la vida.
A los 46 años de edad, Teresa de la Parra muere en Madrid, víctima de una bronquitis asmática que acabó con su vida el 23 de abril de 1936.
Como escritora, Teresa de la Parra les dio protagonismo a las mujeres de su época, otorgándoles un espacio en obras literarias.
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