sábado, 28 de abril de 2018

124 Años del Gran Terremoto de los Andes de 1894

28/04/2018


El 28 de abril de 1894, sucede el llamado "Gran Sismo de Los Andes" es uno de los terremotos más grandes de los que se tenga registro en la historia sísmica de los Andes, y uno de los más fuertes que han ocurrido en Venezuela. La inmensa mayoría de las casas y edificios públicos en las 16 localidades afectadas, habían quedado total o parcialmente destruidos. Se estima que su epicentro ocurrió en el poblado de Chiguará donde el sismo fue más intenso.

El 28 de abril de 1894 a las 10:15 p.m., ocurre lo que es considerado una de las mayores tragedias naturales que haya  afectado a la región andina. Este sismo definido por Tulio Febres Cordero "terremoto exclusivo del Estado Mérida", causó la ruina de varias poblaciones, entre las que se destacan: Zea, Santa Cruz de Mora y Mesa Bolívar, que resultaron completamente destruidas y fue en ellas en donde se produjo al menos un 95% de las víctimas, contabilizadas entre 319 y 342 personas, según referencias del presbítero José de Jesús Carrero, vicario capitular del Obispado y de Febres Cordero, respectivamente.

En los últimos años se ha observado como este hecho ha sido abordado con cierta frecuencia por la prensa regional, adquiriendo sentido científico al haber sido abordado en  diversos trabajos de investigación, entre los cuales se destacan: el de Schubert, titulado  "Wilhelm Sievers (1895) y el Gran Terremoto de los Andes", publicado en la Revista Geográfica Venezolana en 1994 y el de Martín Rengifo y Jaime Laffaille, con el título "Reevaluación del sismo del 28 de abril de 1894", publicado en la revista Acta Científica Venezolana, en  el año 2000.

Merece mención especial la exposición documental apoyada en una muestra fotográfica y video sobre el terremoto de 1894, realizada por Valentina Salcedo en el 2007 en la ciudad de Mérida, con motivo del 113 aniversario del evento.

Desde el punto de vista de la historia sísmica Rengifo y Laffaille, lo consideran "...como un caso de particular interés en la región. Su magnitud ha sido estimada en un valor cercano a los 7 grados, lo cual lo sitúa entre los más grandes eventos sísmicos ocurridos en Venezuela".  El área de daños de este evento abarcó desde Trujillo en Venezuela hasta cerca de Pamplona, en Colombia, siendo especialmente intenso en poblaciones como Tabay, Mérida, Bailadores, Tovar, Santa Cruz de Mora, Chiguará, Lagunillas y Mesa Bolívar, entre otras.

En el caso específico del municipio Alberto Adriani, este evento natural tiene un notable significado, en primer lugar por ubicarse dentro de su territorio el área epicentral, como lo refiere uno de los principales cronistas del hecho, el escritor Tulio Febres Cordero, quien afirma: "... las selvas de Onia entre los ríos Chama y Escalante, donde algunos meses después, en paraje muy distante del poblado, pudieron observar algunos excursionistas un circuito en que la selva virgen aparecía muerta o seca, y hacia el centro completamente destrozada, con árboles seculares arrancados de cuajo, mediando la circunstancia de que las poblaciones más próximas a dicho lugar fueron destruidas con mayor violencia".
Pero no solo es la referencia de  Febres Cordero la que menciona a la zona de Onia como el epicentro del sismo, hay que destacar que Castellanos (1994) en su libro Caudillismo y Nacionalismo. De Guzmán Blanco a Gómez, citando a Lares expresa: "La fuerza inicial de este movimiento partió de las despobladas faldas de la serranía que forma la hoya del Onia y que miran a las selvas del lago, produciendo en esta región, grandes grietas, dislocaciones en el terreno y eyecciones de légamos, petróleos y gases".

El impacto de este sismo en el municipio Alberto Adriani se puede inferir que fue devastador, los efectos en la zona adyacente a la selva, que comprende parte de la vía férrea, así como las aldeas y caseríos como Mesa Culebra y La Palmita, indican haber estado en la mayor intensidad considerada de X (MMI)  según Sievers, citado por Schubert (1994). Por su parte,  Febres Cordero expresa que los derrumbes de los cerros, fueron de tal magnitud, que "...durante los tres días siguientes a la gran sacudida una densa capa de polvo subió por la cuenca del Chama, pasando sobre Mérida y abarcando una extensión de más de 20 leguas; y las aguas de los ríos y torrentes corrieron por más de un mes revueltas con barro y vegetales".

Sigue describiendo  el cronista que el cerro El Bolero (perteneciente en ese entonces al municipio Mesa Bolívar, ahora en terrenos de la parroquia Gabriel Picón González), "...de mucha pendiente se abrió por la mitad y durante el movimiento volaron inmensas peñas que cayeron a gran distancia, algunas casas quedaron enterradas; en Mesa de la Culebra se derrumbó el cerro y todas las casas cayeron. Entre Bolero y  La Culebra se reportaron 17 muertes, siendo destruida La Palmita donde fallecieron siete personas.

Otro informe de la época que es relevante es el de J.A. Brun, presentado bajo el titulo Relación circunstanciada de la situación de los edificios, de la línea, puente, material rodante y máquinas del Ferrocarril de Santa Bárbara a El Vigía después del temblor de tierra del día 28 de abril de 1894, consignado en los documentos del Ministerio de Obras Públicas del referido año. En este informe se expone la relación de daños a la infraestructura del ferrocarril.  Refiere el informante que hacia el norte, en Caño del Padre, la tierra se llenó de grietas, algunas de una cuarta de separación, dejando escapar gran cantidad de agua de olor repugnante y de color negro. Desde el lugar referido, es decir, Caño del Padre  hasta El Vigía la línea férrea sufrió bastante: se encontraron muchos durmientes movidos de su lugar, los rieles de la línea férrea fueron arrancados de las traviesas torcidos y separados de las platinas.

En algunos puntos la línea se abrió con roturas de las eclisas y tornillos que las unían; también se encontró extensión de la línea en diversos sitios (en algunos casos hasta de 3,5 m), así como levantamiento y hundimiento de la misma; desviaciones con curvas y contracurvas; y en algunos lugares combinaciones de los efectos nombrados.

A esto hay que agregar los puentes caídos, muy deteriorados o torcidos como el de Los Cañitos, el del kilómetro 51 y puente Vergnés, así como la destrucción de las estaciones del ferrocarril en Caño Padre, Los Cañitos y Caño Negro.

Sin lugar a dudas que este evento natural, al ser examinado a la luz de la historia, debe servir de reflexión a la población actual para que tome conciencia de que el territorio en que se encuentra el municipio se ubica dentro de la Zona de Fallas de Boconó, clasificada como muy activa desde el punto de vista sismológico; de ahí la necesidad que las autoridades y población en general atiendan cuatro áreas fundamentales de carácter preventivo: educación y capacitación sobre cómo actuar antes, durante y después de un sismo; construcción y desarrollo urbano ajustado a principios básicos antisísmicos; estudio y zonificación de amenazas naturales en especial ante un sismo y manejo de emergencias sísmicas dirigido a funcionarios públicos y población en general.

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