Violeta Parra es probablemente la artista chilena con mayor trascendencia a lo largo del siglo XX. Si bien es universalmente conocida por sus composiciones musicales, su producción artística abarcó múltiples áreas, como la poesía, la pintura, la escultura, la cerámica y el bordado. Violeta Parra pensaba que “Cualquiera puede hacer canciones. Cualquiera puede ser artista y expresarse del modo que más le acomode”. Fue una infatigable trabajadora en la labor de rescatar y recopilar la música popular, especialmente la campesina, donde encontraba su origen, convirtiéndose ella misma en la expresión de la creatividad del pueblo chileno.
Violeta Nació en San Carlos, una localidad en la provincia de Ñuble, el año 1917. Fue la tercera de ocho hijos que tuvo Nicanor Parra Parra y Clarisa Sandoval Navarrete. Su padre era profesor de música, por lo que tempranamente sus hijos se interesaron en los instrumentos. Debido al escaso sueldo y la afición por la farra que tenía su padre, la madre debía ayudar haciendo costuras para poder alimentar a la familia, de donde Violeta también tomaría elementos para desarrollar su arte. Esas eran cosas que le interesaban más que la escuela, como ella misma recordaría en sus décimas:
“Mejor no hablar de la escuela;
la odié con todas mis ganas,
del libro hasta la campana,
del lápiz al pizarrón,
del banco hast´el profesor.”
Su niñez fue pobre y la familia siempre tuvo problemas para alimentar a tantos hijos. Por eso con sus hermanos salía a recorrer el pueblo cantando y tocando la guitarra para conseguir dinero o alimentos. Esta situación empeoró cuando su padre murió, en 1931. Al año siguiente, cuando tenía 15 años, su hermano Nicanor, que estudiaba en Santiago, la invitó a vivir en la ciudad. Retomó los estudios en la Escuela Normal de Niñas, pero al poco tiempo los dejó para dedicarse a tocar la guitarra con su hermana Hilda, conformando el dúo Las Hermanas Parra, lo que le permitió tener una fuente de ingresos. Se casó en dos oportunidades. Del primer matrimonio nació Ángel e Isabel y del segundo Carmen Luisa y Rosita Clara. A pesar del tiempo que le dedicaba a su familia, se mantuvo ligada a la música y el teatro. A comienzos de la década del 50, incentivada por su hermano Nicanor, viajó por el país recopilando y grabando canciones populares. El año 1953 recibió el premio Caupolicán como folclorista del año, y gracias a eso una invitación a un festival juvenil de música en Polonia. Allá aprovechó para viajar por Europa y residir en París, quedándose hasta fines de 1957, años que fueron muy productivos para grabar discos y presentar la música popular chilena al mundo. Volvió a Chile por unos años, para regresar a Europa nuevamente en 1961, donde continuó con su obra artística y de difusión musical. En 1964 se convirtió en la primera artista latinoamericana en exponer individualmente en el Museo del Louvre, con sus bordados de arpillera.
En 1965 volvió a Chile, comenzando un proyecto de centro cultural en la comuna de La Reina, donde instaló una carpa de circo que había recibido en forma de pago por sus presentaciones, llamándole “La Carpa de la Reina”. Sus presentaciones, que incluyeron a variados artistas del medio, como Víctor Jara y Patricio Manns, no tuvieron la acogida que esperaba. Estas frustraciones, sumadas a la pérdida de su gran amor, Gilbert Favre, fueron gatillando su idea de quitarse la vida. En 1966, grabó su disco “Las Últimas Composiciones de Violeta Parra”, como anunciando la decisión que había tomado. El 5 de febrero de 1967 se quitó la vida en su carpa de la Reina.
Ordeno la despedida,
Palomito volador,
Suspéndeme este dolor
Que es mi pan de cada día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario