Tal día como hoy, pero de 1769 nace en Caracas, Venezuela, Simón Rodríguez, pedagogo, filósofo, escritor de densas obras de contenido histórico y sociológico, y conocedor a fondo de la sociedad hispanoamericana. Fue mentor del Libertador Simón Bolívar.
En 1794 presentó al Ayuntamiento sus reflexiones sobre los defectos que viciaban la escuela de las primeras letras de Caracas y cómo lograr su reforma a través de un nuevo establecimiento. Se trató de un planteamiento crítico de la enseñanza colonial.
Cuando Bolívar huye de la casa de su tutor en 1975, el niño es enviado a vivir en la casa de su maestro Simón Rodríguez bajo la tutoría de éste.
Juntos parten en marzo de 1805 a un viaje que los lleva a Lyon y Chambery en Francia para luego atravesar los Alpes y entrar en Milán, Italia.
El 15 de agosto de ese mismo año suben al Monte Sacro, en Roma, y Rodríguez recoge para la posteridad el juramento que allí su discípulo hace: "Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor; y juro por mi patria; que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español".
En 1794 Rodríguez presentó al Cabildo de Venezuela un proyecto de Escuelas Públicas, donde analizaba el sistema educativo de aquel entonces, planteó la necesidad de la participación activa de los alumnos en las cátedras, expusó sus ideas y aclaró sus dudas. Pero las autoridades coloniales no le prestaron ninguna atención.
Además de su conocimiento y talento como educador sintió también la inquietud de la libertad; participó en el movimiento revolucionario de Gual y España, y complicado en esta tentativa de independencia, abandonó el país al fracasar la campaña, se trasladó a Jamaica y suplantó su nombre por el de Samuel Robinson, para evitar cualquier vengativa por parte de las autoridades del rey.
Simón Rodríguez solía decir: "No quiero parecerme a los árboles, que echan raíces en un solo lugar; sino al viento, al agua, al sol, a todas esas cosas que marchan sin cesar".
En los años finales de su vida, Simón Rodríguez viajó a Guayaquil, donde buena parte de su obra se perdió a causa de un incendio que devastó a buena parte de la ciudad.
En 1853, emprendió un nuevo viaje al Perú, acompañado por su hijo José y su amigo Camilo Gómez, quien lo asistirá en el momento de su muerte, ocurrida en el pueblo de Amotape el 17 de julio de 1853.
Setenta años después, sus restos fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima, y desde allí, al siglo justo de su fallecimiento, fueron devueltos a Caracas, ciudad natal, donde reposan en el Panteón Nacional.
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