Nuestro insigne paisano: SALVADOR VALERO CORREDOR, nació el 10 de marzo de 1903, en la aldea EL COLORADO, en la parte baja del pueblo de Escuque. Estado Trujillo. Un lugar que el cronista Antonio Pérez Carmona, describe como “una aldea engalanada de colores y mitos, decorada por majestuosos árboles, por flores y pájaros, ataviada por un riachuelo portentoso a su corazón infantil”.
Salvador Valero en “Reminiscencias de mi vida”, se refiere a su lugar de nacimiento así:
“ mis padres, con el producto de su trabajo, se fabricaron una casa techada de tejas, con su correspondiente cuarto de pulpería, negocio que prosperó llegando hasta tener una pequeña tienda de ropa en mezcolanza con los artículos comestibles y venta de licores allí mismo cerca de la nombrada casa se fabricaron dos patios de calicanto el uno y el otro con piso de ladrillo para la secada del café y un molino para la trilla o peladura del mismo. En esa casa nacieron mis hermanos mayores con esepción de mi hermana Aparicia que fue la que nació en el pueblo de Escuque. Yo nací allí en esa casa y posteriormente ella mi madre me señalava el aposento donde una piedra grande le servia de base a la pared alli en ese aposento nací yo”
Salvador Valero, nació, en la época cuando era Presidente del Estado Trujillo el Dr. y Gral. Leopoldo Baptista y Presidente de la Republica el General Cipriano Castro.
Es hijo de: Eleuterio Valero y María del Rosario Corredor.
En Escuque aprendió las primeras letras con el maestro Ignacio Carrasquero.
De 1919 datan sus primeras pinturas, con preparados en base a goma y anilinas pintaba sobre papel y cartón, así lo refiere el propio Salvador Valero: “ mi vida continuava casi lo mismo como antes, trabajando, limpiando re yerbas la pequeña finca, pastoreando animales y racionándolos a cañón, buscando pastos, leña para la casa, cargando agua, yendo del pueblo a vender leche, cuajadas y huevos y así los momentos que me quedaban libres pintava con anilina y gomas en papel florete que solía comprar en la pulpería de Rivas hermanos en el pueblo”
El critico de Arte: Juan Calzadilla, en su obra afirma: “Valero, fue un pintor popular formado de manera autodidáctica, puede ser considerado como un heredero de la tradición de los imagineros coloniales. Su obra se inscribe en un amplio sistema de conocimiento, que incluye la escritura, la crónica y la poesía, expresados en un lenguaje primitivo, tal como lo fue la técnica que empleo. Temas folklóricos, elaboraciones míticas basadas en leyendas indígenas, episodios históricos, como las grandes conflagraciones, guerras e infiernos, nostalgia de la infancia y el amor juvenil, todo ello constituye una vasta temática tratada por quien, mas que pintor fue un gran cronista plástico.”
Mucha razón tiene Juan Calzadilla, al calificar a Salvador Valero, como un CRONISTA PLASTICO. Pues Valero, cuando materializaba su creación en una obra de arte, paralelamente escribía una crónica, o un poema, donde explicaba la representación que allí se hacia, tal es el caso del significado del cuadro de la Bomba atómica de Hiroshima, donde expresa entre otras cosas lo siguiente: “ en una nube color bermejo de la bíblica bestia apocalíptica aparezen las siluetas de Truman, y el piloto que se encargó de arrojar la bomba sobre la ciudad en forma de monge debajo aparece una parte de cielo color verdoso livido que es el caracteristico color del crimen o del criminal, también el que produce el terror y el pánico, y también es el color livido del aire electrificado por causa de la explosión y la reacción atómica. Las personas en su mayor parte aparecen desnudas, por suponer que la misma explosión desnudó las mismas en primer termino aparecen las madres y mujeres núviles que significa el gran sacrificio de las madres del mundo que son las primeras victimas de la acción guerretista, el sacrificio en Hiroshima, y el exterminio de la misma belleza femenina. Alli aparecen seres destrozados en cruento holocausto, brazos, cabezas, piernas desprendidas, vientres abiertos, personas que, aun con vida están ardiendo con fuego atómico, del mismo livido cielo bajan llamas azules, rojas y marronas que testimonian el relato dantesco que dio algun sobreviviente de tan espantosa tragedia, donde los cuerpos de los niños quedaron destrozados e incendiados sobre las ramas carbonizadas de los arboles, sobre los roídos muros y sobre los postes del alumbrado.”
También cuando Valero, escribe en la crónica del cuadro titulado: “LA MUDANZA DEL ENCANTO” lo siguiente :
“ resulta que hasta no hace mucho tiempo nuestros campecinos de algunas regiónes andinas tenían sus ingenuas creéncias, ellos tenian sus mitos y creéncias que bien se puede decir fueron hermosas y variadas leyendas, de entre esas leyendas tenemos aquellas tan bellas y sujestivas como es la que se llama la Mudanza del Encanto y otras mas; sucede que cuando algunos campecinos solian tener sus viviendas cerca de un rio o quebrada y cuando por efecto de la lluvia estas crecian si la creciente la había por la noche ellos los havitantes que dormian en sus casas les parecía oir o persivir en los sonidos que producía la misma, cosa que no era otra que el ruido del agua y de esos multiples sonidos parecía que oian voces, cantos, gritos de personas, musica de toda clase de instrumentos, sonidos de campanas, rebusnos de burros, cantos de gallo, bramidos de ganado vacuno, en fin infinidad de sonido que ellos los campesinos atribuian a seres vivientes misteriosos havitantes que vivian debajo de la tierra, o en los peñascos de las serranias: En los campos de mi pueblo de Escuque habia esta creéncia y muchas mas, asi como las habia en demás lugares de los Andes Venezolanos, de modo que cuando bajaba una creciente por lo regular si era de noche decian que había bajado un encanto, o que se habia mudado un encanto, había beses que en medio de la creciente solian oir unos tumbos mui broncos a eso lo creian que eran los golpes que daban los enormes arcones (baules) donde iva encerrado el tesoro del encanto, baules llenos de morocotas de puro oro, de adornos de puro oro, diamantes y demás riquezas; esos campesinos en su imaginación criaron el rei del encanto, este rei no era un rei oriental como los de las mil y una noche, ignorando los de las mil y una noche, ellos se criaron un personaje tipo criollo o un rei tipo de cacique o caudillote andino, es decir de aspecto sañudo grave que en vez de corona llevava en su cabeza un sombrero de cogollo o pelo de guama. Este iva calzando sus criollas polainas sentado sobre los arcones (baules) llevando en sus manos las llaves de puro oro, este iva guardiado por enormes serpientes que eran las que el rei tenia para cuidar sus tesoros, no faltando el arco iris con cabeza de caballo; susedia que habia veses que la creciente después de bajar precipitadamente por las pendientes adonde hacia estragos al llegar a una parte llana dejava casi todo, lo que había arrastrado, entonces las aguas seguían su curso haciendo menos estragos, pues eso no era otra cosa que las aguas al llegar a parte llana perdian fuerza, y sobre todo ellos los campecinos decian o solian decir que hasta alli habia llegado el encanto o que hasta alli, se habia mudado en cambio si la creciente seguia con toda furia, decian que el encanto se había mudado al mar, los sonidos de que ellos decian que eran los baules del tesoro donde iva sentado el rei, eso no era mas que los golpes que daban las grandes piedras, pedazos de roca u otras cosas.”
Y en nota aparte, Valero agrega:
“Yo he pintado muchos cuadros basados sobre nuestras vernaculas leyendas, que por cierto como ya lo dije son bellas, pero por desgracia para nosotros los andinos venezolanos estas estan quedando sepultadas en el olvido: en el pueblo de Niquitao del distrito de Boconó deben de estar unos cuadros pintados por mi, estos estan pintados basados sobre una hermosa leyenda, uno se titula “La Laguna Encantada” otro se titula “La Cueva del Encanto”, El otro se titula “Diciembre en los Andes” este ultimo es un cuadro grande, esos los donó don Ramón Muchacho Daboín para la junta promejoras de ese pueblo, ojalá los conserven que no los vayan a destruir, como fueron destruidos unos cuadros coloniales del templo de ese mismo pueblo por orden de un cura extranjero y por unas maestras de escuela mui andinas venezolanas, de eso hace varios años que pasó eso de la destrucción de esos cuadros.
Muchos cuadros mios pintados sobre leyendas se han perdido por que han caido en manos de personas que no los han apreciado”.
Salvador Valero, mantenía comunicación mediante cartas con sus amigos que se encontraban fuera de Trujillo, las cuales se pueden leer en la obra de Carlos Contramaestre; la cual por cierto refiere una conversación del autor con el Cronista de Escuque y amigo de Valero, el señor Juan Valero, quien cuenta que Salvador estaba muy enamorado en la adolescencia de NATIVIDAD, una muchacha campesina de Escuque, que fue el amor de su vida, nunca la olvidó ni aun con el transcurso de los años. Yo, que no soy critico de arte, y fundado en la opinión de Calzadilla, relacionada con el amor juvenil de Valero, puedo intuir que algunas de esas muchachas que el artista pintó, son la representación real o en fantasía de NATIVIDAD, el único amor de Salvador Valero.
El critico de Arte: Perán Ermini, al comentar la obra fotográfica de Salvador Valero en el Vecindario Fotográfico, publicado por la Galería de Arte Nacional , expresa:
“Pero una mirada más atenta y escrutadora no tardará en darse cuenta que Salvador Valero no se limitaba a registrar fotográficamente la realidad tal como aparecía, aceptando las cosas como son, para perpetuar la imagen de la realidad tal como estaba. Ni aun en los casos, bastante frecuentes, en que Valero fotografiaba a una mujer motivado por la atracción erótica o amorosa que sentía hacia ella, en cuyos casos la tendencia natural es hacia la aceptación entusiasmada de la mujer y de su realidad, aun en esos casos Valero tampoco dejaba de modificar al motivo fotografiado: acomodando las actitudes exageradas que imponía en las poses, y colocando a la retratada en el centro de una sábana colgante, que había puesto como fondo.
Con ese mismo tipo de arreglos Valero intentaba alterar las realidades que fotografiaba para hacerlas más bellas y más a su medida (o a la medida de sus deseos). Era una manera de negar las cosas para poder transformarlas, Así se manifestaba de algún modo su inconformismo, que también se expresaba en su rol de “fotógrafo de los pobres” (como se propuso ser), con el cual transgredía las normas de las relaciones sociales de la fotografía. De tal modo que en sus fotografías tampoco deja de estar presente la famosa criticidad de la pintura de Salvador Valero.”
El Pintor: Carlos Contramaestre, en su obra, afirma: “Desde Juan Lovera, la pintura nacional no había tenido un representante tan alto, que continuara expresando esa veta espontánea de profunda conciencia Nacional, arraigada a un pasado autentico. Es como si esa gran laguna, por donde pasaron estilos y nombres afrancesados, la llenara de repente un hombre, un campesino dotado de visiones, sueños y mudanzas de encantamientos. A la manera del primer Lovera, pintaba escenas religiosas, para utilizar después escaramuzas guerreras donde exaltaba la Venezuela Heroica que le había inflamado el corazón. Con la muerte de Salvador Valero desaparece uno de los últimos imagineros, y se extingue una de las voces vigilantes de nuestro pasado, que él siempre quiso proyectar al presente para mejorarnos como pueblo”.
Salvador Valero, falleció, en la época cuando era Gobernador del Estado Trujillo: José Muchacho Bertoni, y Presidente de la Republica: Carlos Andrés Pérez.
Un resumen de la actividad artística de SALVADOR VALERO, es el siguiente:
En 1922 trata de pintar un cuadro del generalísimo Francisco de Miranda y realiza algunos bocetos. Para esa época le regalan “Venezuela Heroica” de Eduardo Blanco, que influye notoriamente en la temática de corte histórico que tienen sus primeros dibujos, Hacia 1923, el padre Escolástico Duque, cura párroco de Escuque, le obsequia tubos de óleo que lo inician en la técnica. Entre 1924 y 1934 ejerce diferentes oficios: ayuda al pintor Guillermo Montilla de Monte Carmelo en la decoración de la Casa de Gobierno de Escuque; luego se hace diestro en el uso del óleo junto al maestro Ángel María Cuevas, encargado de las pinturas del templo del pueblo Posteriormente, como él mismo afirmó, “después que pinté con los maestros aludidos, fui pintor de brocha gorda en el pueblo, este trabajo lo hacía yendo todos los días al campo para el pueblo y, pasando un tiempo, aprendí a restaurar figuras e imágenes de yeso y madera, este oficio lo aprendí de un señor que se llamaba Pedro Colmenares, y aclaro que ejercí esta profesión por muchos años”. En 1934 se traslada con su familia a Valera (Edo.Trujillo) y se inicia como aprendiz de tipógrafo, primero en el taller de Ángel Sánchez y posteriormente en el taller de Valeriano Diez, en donde además de aprender técnicas fotográficas realizó sus primeros grabados en linóleo para el semanario El Anunciador. Durante los años treinta frecuentó la librería de Ovidio J. Arandia y conoce a intelectuales y artistas asiduos al lugar. Paralelamente a toas sus actividades continúa desarrollando su pintura.
En 1950 conoce al pintor Renzo Vestrini y al poeta y artista plástico Carlos Contramaestre. En 1951 participa por primera vez, con dos cuadros, en una exposición junto a Renzo Vestrini, Marcos Miliani y Carlos Contramaestre, entre otros. En 1953 se vincula con otros sectores de la vanguardia intelectual, muchos de los cuales formaron los grupos Sardio, El Techo de la Ballena y Tabla Redonda. En 1955 realiza su primera exposición individual en el Ateneo de Valera, con 66 obras realizadas entre 1935 y1955. En 1955, es invitado a exponer en la Galería Mare Mare en Caracas; ésta primera exposición de Valero en una galería de Caracas, fue auspiciada por Miguel Acosta Saignes y el recordado pintor Cesar Rengifo, padre de la Dra. Diana Rengifo de Briceño, Presidenta del Centro de Historia de Trujillo . Entre 1956 y 1960 se ubica una de las etapas más significativas del expresionismo de Valero: comienza a utilizar el coleto preparado y pinta cuadros de concepción muralística, tanto por la monumentalidad del tema como por las dimensiones del formato, envolviendo los motivos casi siempre en una atmósfera ocre o sepia. De este período data “ La mudanza del Encanto” (1957), donde desarrolla el mundo de leyendas regionales asociadas al ruido del agua en las crecientes de los ríos. En 1958, en la UCV, por mediación de Rodolfo Izaguirre y Félix Guzmán, presenta una exposición de sus obras en el sótano principal del Aula Magna y expone, auspiciado por Juan Calzadilla, en la ULA. En 1959 presenta obras en la Galería Norte-Sur (Caracas) y un año después en el Centro de Bellas Artes de Maracaibo. En 1965, a través de Oswaldo Vígas (entonces director de Cultura de la ULA), realiza una exposición en Mérida con 49 obras del período 1951-1965. La formación autodidacta de este artista no se limitó al campo de la pintura: llegó a manejar un amplio y diversificado panorama de intereses que iban desde el enfoque humorístico de motivos locales hasta la defensa de la identidad nacional, la escritura de cuentos y poesía (compilados en 1982 por Carlos Contramaestre en la obra citada en las referencias), y la condena de los holocaustos nucleares, como se refleja en su obra Hiroshima (1971). En 1974 se presentan ocho obras de Salvador Valero en una exposición colectiva de pintura latinoamericana realizada en Ginebra (Suiza).
En su obra se han distinguido tres etapas: la de “los falsarios”, o “remedos para engañar incautos” (imitaciones de pintura popular colonial); “cuadros de cavernas “ (donde buscó la unión del arte de las cavernas con el informalismo a través de superficies texturadas) y “los azarinos” (manchas de colores donde se sugerían imágenes cambiantes ). El 19 de noviembre de 1976, el mismo año de su muerte ocurrida en Valera el 22 de mayo de 1976, con una exposición del artista, es inaugurado oficialmente por el Rector de la Universidad de los Andes Dr. Pedro Rincón Gutiérrez, el MUSEO DE ARTE POPULAR DE OCCIDENTE SALVADOR VALERO (Musaval) La misma fue llevada posteriormente a Caracas y exhibida en el MBA como homenaje póstumo. Este mismo año, la Asamblea Legislativa del Estado Trujillo acordó crear la orden Salvador Valero para las personas que destacaran en actividades culturales, artísticas, científicas o deportivas de ese estado. En 1978, dos de sus obras fueron expuestas en “Pobladores de la imaginación cotidiana” (Sala Cadafe). En 1981, el Musaval editó un libro del artista con textos de Carlos Contramaestre (citado en referencias), y en 1986, la ULA creó la I Bienal Salvador Valero. En 1991, el Museo de Petare, presentó una muestra de pinturas del artista y la GAN exhibió una de sus facetas menos conocida: su labor fotográfica, en “Vecindario Fotográfico de Salvador Valero”, donde se reunió una multitud de rostros anónimos. La reseña de la GAN dice: “figuras hieráticas rodeadas de un halo de misterio, marcadas por el paso del tiempo, que siempre otorga a las fotografías algo que en un principio no tenían. Aunque no es la obra de un fotógrafo profesional, hay algo en estas imágenes, en este “Vecindario fotográfico”, que nos seduce por su poder de encantamiento, por las composiciones mismas, por la extraña combinación de objetos y personajes dispuestos para la miradas, para la de él como fotógrafo, y para la nuestra, entre la extrañeza y el asombro” . La GAN posee en su colección un significativo número de fotografías y tres pinturas de las cuales dos son autorretratos del artista.
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