16/03/2019
Nunca imaginó Renny que ceder en aquel punto sería la última cosa importante que haría en la vida. La mañana del 16 de marzo de 1978 sostenía una agria disputa con integrantes de su comando de campaña, porque sin consultarle habían pautado una actividad para esa noche en la ciudad de Porlamar, pese a que días antes les ordenó suspender todo acto político que lo sacara de Caracas.
— Señores, — alegaba Renny con su peculiar timbre de voz – quedan poco más de dos semanas para la proclamación oficial de mi candidatura y quiero sentarme tranquilo a pulir el discurso que daré por televisión.
Sus hombres argüían que en aquella actividad estarían presentes los empresarios más importantes del estado Nueva Esparta y no podían desairarlos.
Culminaba el primer trimestre del año y la campaña electoral calentaba motores. Renny Ottolina, quien hasta ese momento sólo era conocido como animador, había decidido entrar al ruedo. El comando insistía, el candidato se negaba. Revisaron la agenda: el jueves 30 debían entregar ante el Consejo Supremo Electoral las 140.000 firmas requeridas por ley para oficializar la candidatura, amén de presentar al país las líneas maestras de su programa de gobierno. Aparte de eso, la actividad más cercana era un foro con deportistas en la sede de un conocido diario capitalino, programado para el viernes 17.
Joaquín Silveira, directivo del Movimiento de Integridad Nacional (MIN), organización creada para motorizar la candidatura insistió, el doctor Arnoldo Molina, coordinador general del Movimiento Pro-Renny tenía todo listo. Aquella noche se esperaba a Ottolina en el foro «Venezuela hoy y su futuro» organizado por la seccional Nueva Esparta de la Asociación Nacional de Ejecutivos, la actividad tendría lugar a las 8 de la noche. Al final el precandidato accedió y sus acólitos respiraron aliviados.
Acompañándolo en el fatídico viaje estarían su director de prensa Ciro Medina, el jurista César Oropeza que se desempeñaba como jefe del comando de campaña y Luis Duque quien dirigía imagen y publicidad. Elevarían vuelo en Maiquetía a las 5:15 de la tarde en la avioneta de Carlos Domingo Olavarría, primo del polémico editor Jorge Olavarría. Se esperaba que llegaran a Porlamar en poco más de una hora.
Rumbo al aeropuerto conversaron con la pasión que da la actividad política; intercambiaron opiniones y se comunicaron las más recientes noticias del acontecer nacional. Ninguno tenía dudas respecto a las posibilidades de triunfo de su amigo Renny, quien en declaración a la prensa afirmó tajante: « ¡Voy a ganar las elecciones! Eso puedo asegurarlo ya que la gente de este país, mi país, desea algo diferente, un gobierno con responsabilidades».
Ottolina, quien protagonizara una brillante carrera de más de tres décadas en la radio, el cine y la televisión sorprendió al país en octubre de 1977 cuando reveló su intención de aspirar a la presidencia de la República. El anuncio lo hizo en el programa radial «Impacto 78» que conducía el cronista taurino Rodolfo Serradas. Al salir de cabina Renny invitó a su anfitrión a unirse a la campaña como jefe de prensa, «Positivo», mote con el que se conocía al radiodifusor, prometió evaluar la oferta pero al cabo de unos días la declinó amablemente.
A la hora que abordaban la aeronave, una multitud se congregaba en Porlamar en espera del precandidato. Los cinco hombres que aguardaban en pista la autorización de posicionamiento y despegue, dejaban atrás sin saberlo toda una vida de luchas y logros. Ciro Medina había desempeñado importantes cargos en el campo de la comunicación; fue jefe de relaciones públicas del Consejo Supremo Electoral, jefe de redacción de la revista Élite y ocupó puestos directivos tanto en «Semana» como en «Bohemia». En marzo de 1978 su preocupación se centraba en registrar de manera limpia y minuciosa cada una de las actividades de Renny.
Luis Duque dirigió muchos de los espacios que tuvo Renny en la televisión. Gran parte de las innovaciones que apreciaba el público en esos programas se debían a este hombre que ahora tenía la misión de proyectar su imagen como candidato. Esa tarde al salir de casa estampó un beso en los amorosos labios de su esposa Maritza, que en vano esperaría su regreso.
Carlos Domingo Olavarría, abogado y miembro de una prominente familia caraqueña, tenía más de dos años como piloto. El día anterior cumplió con una citación del Juzgado Sexto de Primera Instancia en lo Penal; que lo conminó a brindar información, en el más breve plazo, sobre el paradero de su primo y afianzado Jorge Olavarría sobre quien pesaba un auto de detención por el presunto delito de difamación agravada en contra del ministro de Información y Turismo Diego Arria. El lunes 20 debía regresar al tribunal con la información solicitada, por ahora su mente estaba ocupada en llevar a feliz término aquel vuelo.
El cuarto hombre en la aeronave era César Oropeza, quien venía de laborar como gerente de comunicaciones corporativas en el grupo empresarial Mendoza. Oropeza movía los hilos centrales de la campaña, en sus manos tenía datos estadísticos que le preocupaban y que deseaba compartir con Renny. Esa misma información ya estaba siendo analizada en la casa nacional de uno de los dos partidos más importantes de la época.
Por su parte Renny Ottolina, el candidato, el showman, se veía tranquilo y confiado. Antes de salir llamó a sus hijas a Miami, ciudad en la que estaban radicadas, para anunciarles que iría a visitarlas el día domingo. Si algo movía la fibra sentimental de Renny eran las tres chicas por las que había tenido los momentos más felices y más amargos de su vida.
A la misma hora en que se preparaba el último vuelo de Ottolina tenía lugar una reunión en Caracas. Hombres de expresión adusta analizaban en detalle los números de un par de encuestas que tenían el objetivo de medir el impacto de su candidatura. En los sectores políticos tradicionales veían con inquietud la irrupción de aquel hombre en el escenario electoral, su enorme popularidad y el cansancio que ya comenzaba a experimentar la ciudadanía con relación al sistema democrático bipartidista podía dar lugar a un giro indeseado. Sin embargo y para su alivio los números no eran tan alarmantes: Renny contaba, según aquel sondeo, con las simpatías del 8,3 % del electorado, lo que representaba en números limpios, unos 500 mil votos con los que su partido, el MIN podía obtener unas 20 curules pero nunca la presidencia del país; para una candidatura que ya tenía 5 meses en la calle aquellas cifras no eran muy auspiciosas; pero aún quedaban nueve meses para los comicios y la campaña en sí misma no había comenzado, en ese tiempo cualquier cosa podía pasar así que lo mejor era mantenerse en alerta.
Más temprano aún Renny Ottolina culminaba en las instalaciones de Radio Aeropuerto la grabación de su programa «Venezuela Despierta», que debía ser emitido ese mismo jueves a las 6 de la tarde. En aquel programa, destinado a ser el último de su vida, habló de los temas que lo ocuparon siempre, clamó porque los venezolanos tuvieran por fin un gobierno responsable y se lamentó de que en nuestro país las personas honestas fueran objeto de burlas: «Yo cumplo, la ley, yo soy un bobo» – expresó con cierto sarcasmo.
Poco después de las 5 Carlos Olavarría estableció el primer contacto con la torre de control desde el hangar donde estaba la avioneta:
– Buenas tardes, superficie Maiquetía, aquí 1019P.
– Adelante 1019P.
– Solicito autorización para taxeo en cabecera de pista. Llevo plan de vuelo Maiquetía-Porlamar, con cinco personas a bordo, estimo una hora en la ruta. Combustible para seis horas y 7.500 pies.
– Ok 1019P, mantenga posición, le aviso rodar.
Los hombres esperaron a que la torre de control de superficie les indicara posición en pista, La visión hacia el mar Caribe era diáfana, pero en la cercana cordillera por donde la nave debía transitar un buen trecho según el plan de vuelo se aproximaba un frente frío con fuerte nubosidad y calina, un escenario poco propicio para pilotos sin experiencia en vuelo instrumental; por fin se oyó la voz metálica:
– 1019P, ruede hacia la pista 08. Viento 90°, 1010Mb.
Al recibir la posición de superficie, Olavarría cambió de frecuencia:
– Buenas tardes Maiquetía, aquí 1019P listo para entrar en posición y despegar cuando usted ordene.
– 1019P, autorizado para cruzar y mantener el campo – Señaló la voz de una operadora.
– Voy a cruzar y mantener el campo, señorita, agradecido.
– 1019P, autorizado su despegue, después cambie a la frecuencia 120.1… Buen viaje…
Cuando la avioneta despegó eran exactamente la 5:15 de la tarde. En Porlamar la gente se agolpaba en el Santiago Mariño con la esperanza de ver a su ídolo y en el hotel Concorde, sitio donde se celebraría el foro todo estaba a punto. Dos minutos después del despegue Carlos Olavarría se puso en contacto con la torre de control:
– Maiquetía, aquí 1019P, estoy a 900 pies de altura, solicito autorización para ascender a 7.500 pies en la línea de la costa, tengo plan de vuelo visual.
– Autorizado 1019P, avise posición a la altura de Los Caracas.
– Ocao, reportaré posición en Los Caracas.
Esas fueron las últimas palabras que se oyeron del piloto, ya no se sabría más de la aeronave. Torre de Control no cayó en cuenta hasta que pasó más de una hora.
A las seis de la tarde tal y como pautaba su parrilla, Radio Aeropuerto 910 AM, comenzaba la emisión de «Venezuela Despierta», a esa hora no sabía el público que la cálida voz que surgía de los altavoces ya no tenía entidad física, el ídolo que por más de treinta años entró a sus hogares se había vuelto etéreo pasando a ocupar un lugar en la eternidad.
Renny, una historia en los medios
En un acto escolar, celebrado en una tarde cualquiera de 1945, en el liceo Andrés Bello el joven Reinaldo José Ottolina tomó el micrófono para solicitar al dueño de uno de los autos aparcados afuera; era una cosa de rutina, nada que no hubiese hecho antes; pero cuál no sería su sorpresa cuando se le acercó el afamado director de orquesta Luis Alfonso Larraín, quien impresionado por su voz, le preguntó que si no le gustaría ser locutor. El muchacho emocionado respondió que sí y Larraín lo recomendó para trabajar en la Radio Caracas. Ese día el chico agradeció a su tío Carlos, quien siempre lo alentó a leer bien y a mejorar su timbre de voz. «Era yo adolescente y tenía una voz sumamente desagradable – recordaría Renny años más tarde – mi tío se propuso corregírmela y a tal efecto me ordenó leer en voz alta el texto «Doña Sol» sin permitir que me equivocara ni una sola vez. A raíz de esto aprendí a leer en voz alta. Luego, estando interno en el colegio San José de Los Teques me designaron como locutor oficial para la hora del almuerzo, las lecturas con mi tío me evitaron también el que se me fueran los gallos. ¡Ah! en el colegio San José fue donde entré en contacto por primera vez con un micrófono».
Tras hacerle la insoslayable prueba de voz, los directivos de la Radio Caracas, al ver que era realmente bueno, le confiaron la guardia nocturna; Reinaldo entraba por la puerta grande a ocuparse del que para entonces era el horario estelar.
Saboreaba por primera vez la miel quien hasta entonces sólo conoció la hiel, y es que al principio de la vida no las tuvo fácil. Reinaldo José quedó huérfano siendo apenas un crío de dos años; al cumplir los nueve su familia se mudó a Caracas, en esa ciudad cursó estudios en el colegio La Salle. A los diez asistía a la Escuela de Artes Plásticas y cuatro años más tarde se fugaba de casa para entrar en un periodo sombrío; a los quince escandalizó a la mojigata sociedad caraqueña de 1943, que lo veía atravesar las calles con bluyines ceñidos y el cabello largo – algo que no se haría moda sino veinte años después – En un intento por controlar ese espíritu rebelde su familia lo internó en un colegio privado; a los 16 probó la marihuana y en medio de una fuerte crisis depresiva intentó el suicidio. Por fortuna la vida se enderezó y estando en el Andrés Bello se le presentó la gran oportunidad. Trabajó con Radio Caracas hasta que recibió la oferta de una mejor paga en Radiodifusora Venezuela; allí conduciría «Óiganme», programa en el que duró poco pues lo despidieron cuando al anunciar el nombre de una canción dijo «Arma enamorada» en lugar de «Alma enamorada».
Más tarde pasó a Radio Cultura, emisora a la que llegaba en bicicleta. En esa planta, ubicada en la esquina de El Tejar, animó «Noches Especiales», espacio patrocinado por la marca de gaseosas Orange Crush y en el que presentó por vez primera artistas de talla internacional; algo que luego sería un signo distintivo de sus programas en la televisión. Un año antes de esto, Reinaldo entró en la nómina de Bolívar Films, empresa en la que laboró como narrador, montador y camarógrafo. En 1949 cuando se filmó el clásico «La Balandra Isabel llegó esta tarde» estaba entre los centenares de extras que aparecían en la película.
Ese mismo año decidió cambiar su nombre al de Renny y en 1951 cuando estaba de vuelta en Radiodifusora Venezuela protagonizó uno de sus primeros altercados. El hecho ocurrió una tarde en la que conducía un espacio con mucho público presente; en uno de los descansos alguien le gritó un improperio; Renny indignado se volteó para clavar el puño en la boca del provocador que reaccionó hiriéndolo en el abdomen con un punzón; pese a estar sangrando, el locutor tuvo fuerzas suficientes para desarmar al tipo, sacarlo a la calle y liarse a golpes con él. Sólo después de satisfacer su honor acudió a buscar atención médica.
El 25 de agosto de 1952, se casó con la que sería su única esposa, mas no su única mujer: Renée Lozada. La pareja traería al mundo a tres niñas y a un varón a los que bautizaron con nombres parecidos a los suyos, Rina, Rhona, Ronny y Rena. El niño, que nació con un problema neurológico grave, murió en 1968.
Al llegar la televisión a Venezuela, Renny como mucha gente de radio, fue llamado a ocupar un espacio en el nuevo medio. Primero estuvo en Televisora Nacional y luego pasó a formar parte de Televisa, emisora propiedad del grupo Veloz Mancera el mismo que controlaba Radio Cultura, allí se inició como locutor de planta y luego como animador de «¿Cuál es su profesión?». En 1955 llegó a Radio Caracas Televisión con la misión de dirigir el programa de concursos «Tómelo o déjelo» y en poco tiempo estaba al mando de «El Farol TV», espacio cultural patrocinado por la Creole Petroleum Corporation. Por esa misma época viajó a los Estados Unidos con el objetivo de ver cómo se producía «Today´s Show» (Lo de hoy) animado por Dave Garroway de quien aprendió a organizar los espacios en un guión conceptual. Al regresar a Venezuela se dedicó a producir «Lo de Hoy» un matutino de dos horas donde cantaba, hacía entrevistas y cocinaba. Éste fue el espacio que lo proyectó en el gusto popular.
En noviembre de 1958 lanzó «El Show de Renny»; programa donde introdujo las novedades y el estilo que le harían ganar el respeto del público y de la gente de los medios; planteó una escenografía menos rebuscada, una conducción más sobria, fue el primero en usar jingles para identificar y el primero en tener un cuerpo de baile, buscó a la gente más talentosa y se procuró las mejores voces. El programa abría con un plano medio de los bailarines y con Renny dando la bienvenida. En 1960 volvió a los Estados Unidos, ahora contratado por la ABC para producir y conducir «The Renny´s Show», programa que salió al aire el 11 de abril por el canal 7-W-ABC-TV de Nueva York.
Culminando 1960 Gonzalo Veloz Mancera, el grupo Polar y los hermanos Sabal, propietarios de Televisa decidieron vender el canal; la cadena ABC y Pepsi-Cola Co. adquirieron un lote de las acciones; el empresario cubano-venezolano Diego Cisneros se hizo con el resto. El canal pasó a llamarse Venevisión y la ABC propuso a Renny para el cargo de Director- Gerente. El regreso de Ottolina al país, según algunos críticos se debía a que su show había fracasado en los EEUU y la cadena norteamericana optó por salir de él elegantemente. Durante su estadía en el nuevo canal Renny manifestó a Diego Cisneros su deseo de comprar algunas acciones pero el empresario le negó tal posibilidad cosa que no gustó mucho al animador que decidió volver a su antigua casa: Radio Caracas Televisión donde comenzó un nuevo ciclo del «Show de Renny».
En esta ocasión el talentoso productor contaba con una nueva herramienta que lo ayudaría a mejorar mucho la hechura del programa: el video tape, recurso que permitía perfeccionar los detalles. Dos años después voló a España con la misión de producir un especial para la TVE en beneficio de la Sociedad Anticancerosa, el espectáculo de hora y media se emitió el 13 de septiembre de 1963.
En enero de 1964 regresó al país para iniciar un nuevo ciclo de «Renny presenta». En esta etapa enfrentó un pleito legal con el compositor Jesús «Chucho» Sanoja quien se arrogaba la autoría del jingle identificador del programa y el famoso «silbido de Renny». Al final el enojoso asunto se solventó con un acuerdo privado.
En septiembre de ese mismo año murió el famoso Tío Saume, líder indiscutible del mediodía, la directiva del canal le solicitó pasar su espacio a ese horario. Por su enorme calidad «Renny presenta» comenzó a ser emitido por el canal 4 de Montevideo y el canal 11 de Buenos Aires. En 1966 viajó a Italia para estudiar cómo se hacía televisión en aquel país.
Un año después seguía con «Renny presenta» pero cometió un pecado a los ojos de los empresarios televisivos; en junio escribió a petición de la revista Semana el artículo «Juicio a la televisión venezolana» en el que expresaba severas críticas contra la manera de hacer televisión en Venezuela. Esta acción profundizó la desconfianza de los dueños de los canales hacia Renny, quienes ya lo veían con ojeriza por sus continuos ataques al poder político.
Ottolina íntimo
En el ámbito familiar su vida estuvo rodeada de malos momentos, en noviembre de 1969 raptaron a sus dos hijas mayores cuando iban de camino a la escuela. Los secuestradores exigieron el pago de 500.000 mil bolívares, cantidad que Renny no dudó en pagar. A las pocas horas sus hijas volvieron a casa. Estas muchachas estarían de nuevo en el ojo del huracán con ocasión de un accidente automovilístico en España.
El 14 de junio de 1971, luego de numerosas y amargas discusiones y posteriores reconciliaciones, el matrimonio Ottolina Lozada introdujo de mutuo acuerdo la solicitud de separación de cuerpos y bienes ante el Juzgado Séptimo de Primera instancia en lo Civil.
Finalmente el 17 de julio de 1974 Rhona quien era bailarina de ballet y campeona de equitación sufrió un extraño y terrible accidente: La muchacha que se hallaba en casa de unos amigos decidió, luego de tomarse algunas copas, darse un baño en la piscina de la casa; lamentablemente al lanzarse no se percató de que lo hacía por la parte menos profunda y su cabeza impactó contra el piso; unos segundos después flotaba boca abajo en la superficie; sus amigos supieron que algo raro pasaba y se lanzaron a rescatarla. La hermosa chica se fracturó la base craneal y la columna, pasó mucho tiempo entre la vida y la muerte, se salvó pero quedando de por vida en sillas de ruedas.
Su pelea con los empresarios de la televisión
Ottolina llegó a ser el hombre más reclamado de la industria publicitaria, todas las marcas importantes lo querían tener como imagen; eso a la par de hacerle ganar un montón de dinero, suscitó la envidia y el recelo entre el personal y la directiva del canal donde laboraba, Radio Caracas Televisión. Sus enemigos esperaban agazapados la hora propicia para atacarlo. Ésta llegaría en diciembre de 1970 cuando el animador en una asamblea del Sindicato de Trabajadores de Radio y Televisión solicitó un voto de censura en contra de «Venezuela Gráfica» y su director, el periodista Nelson Zurita.
El reclamo se originó porque la revista difundió información que afectaba al ámbito privado e íntimo de dos conocidos artistas de la época: Oscar Martínez y María Teresa Chacín, algo que para Renny era inaceptable. En la asamblea denunció que no era la primera vez que esto ocurría y solicitó además que se declarara personas no gratas tanto a Zurita como al dueño del grupo editorial, quien para entonces ocupaba una curul de senador en el Congreso de la República. Fue un paso en falso; Ottolina quien ya era poderoso había tocado a un hombre mucho más poderoso que él y que no se andaba por las ramas con sus enemigos: Miguel Ángel Capriles. Éste ordenó una campaña contra el animador en la que se le acusaba de querer propiciar una Ley Mordaza en contra de los medios. Revistas y periódicos unieron su poder de fuego contra el animador acusándolo de atentar contra la libertad de expresión y el derecho a informar y opinar.
Como parte de aquella campaña se publicó durante varios días y de manera sistemática una encuesta de la empresa Datos C.A en la que se aseguraba que «El Show de Renny» ocupaba el último lugar en la preferencia del público. Se decía que el programa no era más que un bluff que los anunciantes debían pagar muy caro.
Aunado a esto, hubo un pleito de Ottolina con Peter Bottome, ejecutivo de RCTV, quien junto a Marcel Granier y Hernán Pérez Belisario tenía tiempo buscando la manera de que Renny dejase de trabajar como productor independiente y pasase a nómina como cualquier otro empleado de la planta. Los tres ejecutivos veían con malos ojos el hecho de que Renny ganase mucho más dinero con su espacio que la planta televisiva. En una ocasión Renny tuvo un roce con Bottome que tensó más las relaciones; al principio la sangre no llegó al río gracias a un acuerdo por el cual el canal haría las cobranzas de todo lo que vendiera «Producciones Renny Ottolina». Fue por aquella época que Renny conoció a Gonzalo Pérez Hernández quien le había sido recomendado como contador por amigos suyos del Banco Metropolitano. Pérez Hernández jugaría años más tarde un importante papel en la creación del Movimiento de Integridad Nacional, partido que lanzó la candidatura de Renny.
Al final fue despedido; los ejecutivos justificaron la medida con el argumento de que mantener a Renny era un mal negocio debido a que cada vez lo veía menos gente. Además «la permanencia del locutor en la planta resultaba incomoda debido a que su pedantería y trato despótico originaban constantes rencillas entre los empleados».
En 1972 ingresó en la Cadena Venezolana de Televisión canal 8, donde estuvo hasta que Alberto Vollmer, dueño de esa planta, firmó junto a Marcel Granier y Gustavo Cisneros el «Pacto Tripartito» que eliminaba la categoría de productor independiente. Ese acuerdo que luego rubricó la Cámara Venezolana de Televisión dejó fuera del negocio a Renny quien no estaba dispuesto a convertirse en un simple empleado de los canales. Puestas así las cosas «El Show de Renny» salió por última vez al aire el 31 de diciembre de 1973; durante la emisión Ottolina reveló al público las razones de su salida.
«Hoy es el último programa de la serie ‘El Show de Renny’ y debo reconocer que para mí es un placer especial. De ninguna manera quiero que ustedes piensen que va a ser un programa triste, porque no lo puede ser, por la sencilla razón de que este programa reflejará lo que yo sienta y yo no me siento triste, por el contrario estoy sumamente feliz y satisfecho» El programa cerró con María de Lourdes Devonish interpretando la canción «Cuando un amigo se va» de Alberto Cortez.
Echado de las pantallas regresó a su medio primigenio, la radio, donde tampoco tendría mucha suerte. En enero de 1977 Oswaldo Yepes de Radio Capital le propuso un contrato para realizar un programa matutino.
El espacio que se llamó «Renny en su radio» se emitió desde el 1 de julio y tuvo corta vida pues a finales de ese mismo año se eliminó de la programación, cuando su conductor expresó severas críticas al Consejo Supremo Electoral; institución que exigió sanciones alegando haber sido vilipendiada. El 12 de diciembre de 1977, el ejecutivo emitió una resolución que clausuraba el programa por «tiempo indefinido». Como un judío errante de la comunicación, el animador recaló dos meses después en Radio Aeropuerto donde produciría el último programa de su vida: «Venezuela Despierta»
Teorías de la conspiración
A las 6:55 de la tarde, al percatarse las autoridades de que la avioneta no había llegado a su destino en la isla de Margarita cundió la alarma. El presidente Pérez ordenó al director de Aeronáutica Civil activar la Operación Alfa 5. La incertidumbre reinó por varios días. Se peinó mar, costa y montaña; se barajaron distintas hipótesis acerca de los posibles trayectos seguidos por la aeronave y se improvisaron cadenas de oración por todo el país pidiendo por la buena suerte de los desaparecidos. Un mapa hecho a mano por técnicos aeronáuticos señalaba tres posibles rutas (A, B y C).
En la ruta A se dibujaba una línea recta que partía de Maiquetía y terminaba a 25 millas de la costa ubicada frente al caserío de La Sabana, allí según esa hipótesis habría ocurrido el desastre, la ruta B que corría en curva a 15 millas de las costas guaireñas señalaba otros dos posibles sitios, el primero frente al pueblo de La Sabana y el otro en el radial de Cabo Codera, la tercera línea, la C, que como la primera corría recta partía de Maiquetía y terminaba en la montaña ubicada detrás de La Sabana, ubicando allí la zona de la posible tragedia.
Desde el mismo momento en que se supo de la desaparición, circuló el rumor de que la aeronave pudo ser saboteada con el objetivo de sacar a Renny de circulación y evitar con ello una posible derrota electoral de los partidos tradicionales. Las sospechas cobraron mayor fuerza meses después, cuando las investigaciones llevadas a cabo por el asesinato de Ramón Carmona Vásquez trajeron a la memoria que la comisión policial especializada que actuó en el rescate de la aeronave no había sido otra cosa que el G.A.T.O., siglas del Grupo de Apoyo Táctico Operativo, y que el primero de sus integrantes en llegar al lugar había sido Anouel Pacheco, señalado como autor material en el crimen del penalista. El hecho de que los gatos impidieron el acceso a la zona del siniestro a familiares y a la prensa no hizo sino aumentar la desconfianza.
El domingo 19 el comando nacional del Movimiento de Integridad Nacional, solicitó que se intensificaran las investigaciones por las extrañas circunstancias en que desapareció la avioneta, pasarían meses para que saliera a la luz el informe final.
Entre tanto una teoría menos conocida se comentaba en pasillos, bares y cafés. Según ésta, la Cessna 1019P fue derribada en la creencia de que en ella viajaba a escondidas Jorge Olavarría, Director de «Resumen»; publicación que siempre pisó callos y levantó ronchas entre la gente vinculada al poder. Olavarría, que se encontraba en la clandestinidad desde que un tribunal ordenó detenerlo, buscaba la manera de salir del país. El propio editor confirmó esta especie meses después cuando el ministro que lo perseguía ya era agua pasada. En su versión, él aprovecharía el vuelo en el que su primo llevaría a Renny a Margarita para seguir luego al exilio, pero a última hora los planes cambiaron porque el gobierno de Nicaragua le concedió el asilo y de esa manera podía salir con salvoconducto.
«Aún se ignoran varias ‘coincidencias’ entre el accidente en el que perdieron la vida Renny Ottolina, Ciro Medina, César Oropeza, Luis Duque y mi primo Carlos Olavarría, piloto y propietario de la nave. La mañana del jueves 16 de marzo un contingente de hombres armados, sin orden judicial, penetró en un edificio de la avenida principal de El Cafetal. Rodearon el edificio e irrumpieron rompiendo la puerta de un apartamento con una pata de cabra. Me buscaban a mí… Lo que no sabían era que yo había salido de allí hacia la quinta de Juan Pablo Pérez Alfonso, en Los Chorros, donde me refugié por varias horas. Desde ese sitio hice llamadas telefónicas a varias embajadas pidiendo el asilo político, que al final acordó la embajada de Nicaragua. Se imponía entonces desviar la atención, para no ser interceptado antes de llegar a la sede de la misión diplomática. Se sabía ya que mi esposa Marian estaba siendo seguida y hasta se habían hecho disparos contra nuestra residencia en Los Guayabitos. Había mucha confusión, lo que incluso trajo problemas entre funcionarios de varios cuerpos policiales y los mismos del grupo Gato. Mi esposa salió entonces hacia Las Mercedes para entrevistarse con Carlos Olavarría. Marian fue seguida hasta ese lugar, tomando los funcionarios que la seguían nota del sitio al que había ido».
En este punto cabe preguntarse ¿Es posible que se recurriera tan fríamente al asesinato de un grupo de hombres inermes tan solo por querer salir de un personaje incomodo? No es algo que se pueda responder tan fácilmente sin riesgo de caer en el campo de la especulación; sin embargo acusaciones posteriores a la declaración de Olavarría pusieron más carbón en esa caldera. En octubre de 1978, el ingeniero y técnico en aviación Nedo Paniz, denunció en el programa «60 minutos diferentes» de Radio Capital que los funcionarios del G.A.T.O. llegaron al lugar del siniestro sin estar acompañados de un juez, de fiscales del Ministerio Público ni de algún médico forense y que cuando llegaron al sitio la emprendieron a tiros contra los hierros retorcidos. Aseguró además que tampoco hicieron levantamiento planimétrico, ni tomaron fotografías y que para colmo la cinta matriz de la torre de control en Maiquetía terminó extraviada.
La hora 0 del número 1
Cuatro días después de la desaparición y cuando ya los rumores volvían loco al país entero se ubicó el lugar de la tragedia. El piloto James Mahan, responsable del hallazgo contó cómo ocurrió: «Fue por pura casualidad que logramos descubrir los restos de la avioneta siniestrada; eran las tres de la tarde del lunes 20 de marzo cuando le dije al capitán Jiménez, quien estaba en un helicóptero de la Policía Metropolitana, que iba a regresar a Maiquetía para proveerme de combustible. Al girar vi unos destellos y lo comuniqué al capitán Jiménez. Bajamos un poco y fue cuando pudimos divisar con mayor claridad los restos de la avioneta». La aeronave cayó en la Loma del Medio, entre el cerro Loma Larga y el estribo de San Julián al fondo de la quebrada de San Julián en Tanaguarena, un sitio de muy difícil acceso por lo que las labores de rescate no comenzaron sino hasta la mañana del martes 21. Ese día un equipo integrado por veinte hombres bajó en rapel desde varios helicópteros; el trabajo fue tan arduo que sólo a las 4:30 de la tarde estuvieron listos para comenzar a trasladar los cadáveres. Los restos que estaban en avanzado estado de descomposición se llevaron en bolsas plásticas hasta la sede de la Morgue en Bello Monte para la difícil labor de identificación.
Al conocerse el destino final de los cinco hombres, el país se sumió en el dolor. La sede nacional del MIN se llenó de periodistas y personas del común que querían saber en qué lugar se haría el velatorio.
El dictamen oficial señaló que se trató de un accidente causado porque el piloto, debido a la fuerte nubosidad que había en la zona, se vio obligado a asumir el vuelo instrumental en el que no tenía mayor pericia. Jaime Serra, un reconocido investigador privado de tragedias aeronáuticas contratado por familiares de Renny, presentó un informe que coincidía con el emitido por las autoridades; pero no por esto decayeron las teorías conspirativas, por todos lados se levantaba el dedo acusador en contra del gobierno al que se creía responsable de los hechos. Meses más tarde, cuando Acción Democrática había perdido las elecciones, el doctor Jaime Lusinchi, jefe de su fracción parlamentaria, reflexionó recordando los escándalos que estallaron en el último año de mandato del presidente Pérez; vale decir el caso de la Chatarra Militar, el caso de las fragatas italianas, el asesinato de Ramón Carmona Vásquez y la propia muerte del popular animador.
« ¿Cuánto nos costó el caso Carmona? ¿Cuánto nos costó la especulación que se hizo con la muerte de Renny Ottolina? Sesenta mil votos, por lo menos, a juzgar por las cifras. Creo que fuimos bastante descuidados en la interpretación de esos hechos, cuando parecía claro que iban a afectar el resultado electoral. En el caso muy lamentable de la muerte de Renny; no fue sino hasta dos días después de las elecciones que salió un informe mixto suscrito por investigadores del MTC, de la Fuerza Aérea y de la Policía Judicial, informe que avaló un técnico, al parecer muy famoso, contratado por la propia familia de Renny. Todos coincidieron en que se trató de un accidente. Pero bueno, el informe no se hizo público sino dos o tres días después de las elecciones».
Elecciones en las que el Movimiento de Integridad Nacional obtuvo igualmente magros resultados. La desaparición física de su líder significó un duro revés a la organización que tan sólo pudo alcanzar una curul en la cámara de diputados.
Reinaldo José Ottolina, fue inhumado a las 4 de la tarde del miércoles 22 de marzo de 1978 en la sección «A» 1-D, Nro. 70 del Cementerio General de La Guairita, al acto acudió una multitud que según Renée no se había visto en Caracas desde la época en que enterraron a Pancho Pepe Croquer.
Fuente: https://cronicasdeltanato.wordpress.com/la-hora-cero-del-numero-uno/