Cecilio Acosta fue un Importante escritor, periodista y exponente del humanismo durante la segunda mitad del siglo XIX venezolano. Fueron sus padres Ignacio Acosta y Juana Margarita Revete Martínez. Nació en el seno de una familia pobre, situación que influye en su vida estudiantil, profesional y pública. Su primera formación estuvo a cargo del presbítero Mariano Fernández Fortique, quien luego se hizo famoso como orador, escritor y prelado. Dada la fecha de su nacimiento, Acosta formó parte junto a Juan Vicente González, Fermín Toro y Rafael María Baralt de la generación intelectual de la Independencia y la República. En 1831, ingresa al Seminario Tridentino de Santa Rosa (Caracas), donde inicia la carrera sacerdotal, el conocimiento de los clásicos, el dominio de la lengua latina y una serie de lecturas decisivas en la gestación de su pensamiento. En 1840, abandona los estudios eclesiásticos para estudiar filosofía y derecho en la Universidad Central de Venezuela. Aunque obtuvo el título de abogado, no cambió su situación económica.
En 1846 Cecilio Acosta sale a la palestra pública al dar a conocer en los periódicos La Época y El Federal sus reflexiones sobre la tensa situación del país dividido entre conservadores y liberales. A partir de este momento el pensamiento de Cecilio Acosta se caracteriza por enfatizar en el humanismo y el liberalismo. En tal sentido, los temas que a su juicio debían ser claves para el desarrollo del país eran entre otros la industria, la propiedad, la inmigración, la electricidad, la imprenta, el vapor, el telégrafo, así como los trabajos de síntesis histórica y discernimiento jurídico cuyo eje es la meditación sobre el progreso y lo civilizado, y el análisis de la instrucción que requería Venezuela para alcanzarlos. En 1848, siendo nombrado Secretario de la Facultad de Humanidades de la UCV, dicta las cátedras de Economía Política y de Legislación Universal Civil y Criminal (1853). En 1856, Cecilio Acosta publica uno de sus más importantes ensayos sobre la educación: Cosas sabidas y cosas por saberse. En 1857, sostiene una polémica con Ildefonso Riera Aguinagalde sobre la doctrina liberal. Por este tiempo mantiene una nutrida correspondencia con notables de Latinoamérica, España y Venezuela. Asimismo, se convierte en un ascendiente moral sobre las nuevas generaciones. En 1870, durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, aunque en la Universidad Central se hacía sentir el impacto del positivismo y el determinismo, Cecilio Acosta representa un norte para los jóvenes y un puente entre la tradición humanista de Andrés Bello y las nuevas estéticas en ebullición. Muestras del afecto y respeto que despertó entre sus alumnos y contemporáneos fueron las expresiones de cariño de Lisandro Alvarado, científico humanista y el homenaje que le rinde José Martí a su paso por Caracas en 1881. A pesar de su importancia en la formación de los nuevas generaciones de intelectuales y científicos, Cecilio Acosta murió en la completa pobreza. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 5 de julio de 1937. Su obra se mantuvo dispersa hasta que en 1908 cuando se intenta una primera recopilación; pero es sólo a partir de 1940, se procede a la divulgación de su pensamiento por medio de antologías. En 1981 la Fundación La Casa de Bello preparó la edición de sus Obras completas.
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