José Antonio Ramos Sucre, uno de los más notables poetas venezolanos, nace en Cumaná el 9 de junio de 1890 y muere en Ginebra el 13 de junio de 1930. Hijo de don Jerónimo Ramos Martínez y doña Rita Sucre Mora, sobrina nieta del Gran Mariscal de Ayacucho, aprende sus primeras letras en Cumaná. Más tarde en Carúpano, bajo la tutela del tío, Presbítero Dr. José Antonio Ramos Martínez, culto y políglota, se inicia en los estudios del latín. De regreso en Cumaná estudia en el Colegio Nacional de don José Silverio González Varela donde se gradúa de bachiller, trasladándose luego a Caracas para iniciar en la Universidad Central sus estudios de Derecho y Literatura y continuar aprendiendo idiomas (griego antiguo y moderno, sánscrito).
En el segundo año de su carrera de leyes, clausurada la Universidad, comienza Ramos Sucre a estudiar danés, idioma que domina en sólo cuatro meses; estudia también inglés, francés, alemán e italiano y las asignaturas correspondientes a los diversos años de la carrera, y es así como, en 1916, al establecerse los estudios libres, rinde en sólo tres meses los exámenes correspondientes a los cuatro años de derecho, alcanzando en 1917 el título de Doctor de Ciencias Políticas. Ya graduado, continúa con el estudio del sueco y del holandés (estudiar para mí es un morbo, diría en una ocasión a la madre) y trabaja como traductor e intérprete en la Cancillería, en la cual permanece hasta finales de 1929 cuando viaja a Europa, como Cónsul en Ginebra, donde muere en 1930. Simultáneamente Ramos Sucre desempeña las cátedras de Historia y Geografía Universales, Historia y Geografía de Venezuela y de Latín y de Griego, cátedras que gana brillantemente por concurso (no hay jurado para él, comentan los opositores, muchos de los cuales se retiran al saberlo concursante). Sólo temporalmente ejerce la carrera de abogado cuando es nombrado juez accidental de primera instancia en lo civil. Jurisconsulto preclaro y literato de eximia erudición, más partidario de las normas morales que del concepto rígido del derecho, produce una sentencia memorable en el campo del Derecho Internacional Privado, al disolver el vínculo matrimonial de cónyuges extranjeros, apartándose de la clásica obediencia al estatuto personal: El juez suscrito, sentenciará, no puede acatar el estatuto personal extranjero cuando impone sobre la persona humana el yugo de una situación insostenible....
La obra literaria de José Antonio Ramos Sucre está condensada en las siguientes publicaciones: Trizas de papel en 1921; Sobre las huellas de Humboldt, en 1923; La torre de timón, en 1925; El cielo de esmalte y Las formas del fuego, en 1929.
En 1956 el Ministerio de Educación edita sus obras en la colección Biblioteca Popular Venezolana, pero será hacia los años sesenta cuando llegue el reconocimiento y las nuevas generaciones lo convirtieran en una de sus referencias más válidas. Para Juan Liscano, Ramos Sucre es un refinado, un aristócrata del lenguaje, un hombre nutrido de una cultura clásica y romántica cuya escritura asume en tono trascendente y suscita sentimientos nobles de desespero, soledad y elevación. Para Francisco Pérez Perdomo es el más admirado por las últimas promociones poéticas del país, es el poeta del dolor, un poeta que siente una hipnótica fascinación por lo oscuro y los abismos, un poeta alucinado que sufre en su soledad. Ángel Rama considera que en el proceso fabulador de Ramos Sucre, el hijo dilecto de los equívocos, se establece una suerte de extraña corriente y reciprocidad entre lo real y lo imaginario... y su adjetivación es suntuosa, solemne y muy precisa dentro de la intemporalidad e impersonalidad buscadas en sus textos.
La obra de Ramos Sucre ha sido publicada por Monte Ávila Editores en 1969 y 1985; por la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela en 1979; por la Biblioteca Ayacucho en 1980. Pero será en 1988 cuando Ramos Sucre llegue finalmente a Madrid. En una edición a cargo de Katyna Henríquez Consalvi, con prólogo de Salvador Garmendia, la prestigiosa Editorial Siruela publica su obra bajo el título de Las formas del fuego, «una de las obras más interesantes que se pueden encontrar en las letras hispanoamericanas del siglo», según comentario de José García Nieto de la Real Academia Española; en el suplemento de libros de El País, de Madrid, Almudena Guzmán, crítica española, considera que Ramos Sucre es poseedor de «una prosa poética impecable, ejemplo de musicalidad y elegancia, llena de construcciones tan insólitamente bellas...». Después de la edición en España, donde impactó ese perfecto dominio del lenguaje y su mundo melancólico y desolado, su obra es traducida al portugués por el reconocido hispanista José Bento, y publicada en 1992 bajo el título As formas do fogo, con prólogo de Eugenio Montejo.
En 1999, el Fondo de Cultura Económica de México publica el libro Obra Poética con prólogo de Guillermo Sucre y compilación de Katyna Henríquez Consalvi. La Colección Archivo de la UNESCO prepara actualmente la edición de su obra completa.
En homenaje a su memoria la Universidad de Salamanca creó la Cátedra de Literatura Venezolana José Antonio Ramos Sucre.
Ramos Sucre, superficialmente juzgado por los críticos de su época, estaba consciente de la trascendencia de su obra poética, y el reconocimiento actual viene a confirmar la certeza de su pensamiento, cuando en carta a su hermano Lorenzo el 25 de octubre de 1929, afirma: Creo en la potencia de mi facultad lírica. Sé muy bien que he creado una obra inmortal y que siquiera el triste consuelo de la gloria me recompensará de tantos dolores. Y así, Ramos Sucre ya no podrá, como escribiera en su poema «El maldito», escapar de los hombres hasta después de muerto.
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