Nació el 1 de noviembre de 1935, en la Mesa de Esnujaque, en el estado Trujillo.
Es escultora. Hija de Francisco Baroni, agricultor inmigrante italiano y de María Miliani, nativa de Jajó (Edo. Trujillo). Aunque aprende de su madre la costura y la elaboración de figuras religiosas en yesca (madera sacada del corazón del tronco de árbol), su formación artística es autodidacta y su fe religiosa y orientación artística definen su obra.
Rafaela Baroni es una particular artista venezolana nacida en La Mesa de Esnujaque, estado Trujillo, el 1 de noviembre de 1935. Su producción va desde la talla en madera de imágenes religiosas, performances de fiestas tradicionales, la representación de su boda y su funeral; hasta la escritura de cuentos y poemas, que declama con soltura en su Paraíso de Aleafar: un espacio que ofrece al público en las afueras de Betijoque “para que todas la personas que quieran venir a meditar, a aprender a tallar, escuchar mis palabras, consigan la paz, la armonía y la tranquilidad”
Es escultora. Hija de Francisco Baroni, agricultor inmigrante italiano y de María Miliani, nativa de Jajó (Edo. Trujillo). Aunque aprende de su madre la costura y la elaboración de figuras religiosas en yesca (madera sacada del corazón del tronco de árbol), su formación artística es autodidacta y su fe religiosa y orientación artística definen su obra.
Rafaela Baroni es una particular artista venezolana nacida en La Mesa de Esnujaque, estado Trujillo, el 1 de noviembre de 1935. Su producción va desde la talla en madera de imágenes religiosas, performances de fiestas tradicionales, la representación de su boda y su funeral; hasta la escritura de cuentos y poemas, que declama con soltura en su Paraíso de Aleafar: un espacio que ofrece al público en las afueras de Betijoque “para que todas la personas que quieran venir a meditar, a aprender a tallar, escuchar mis palabras, consigan la paz, la armonía y la tranquilidad”
Desde los 11 años la vida de Rafaela Baroni o Aleafar se ha visto marcada por severos estados de salud: dos ataques de catalepsia, el primero a sus 11 años que duró 24 horas y el segundo en 1966, esta vez con una duración de 72 horas, experiencias que le inspiraron su obra capital “La Mortuoria o el Entierro” – que ha representado en importantes museos del país desde 1987. Además, padeció una parálisis en 1964 que duró cinco meses, y en 1972, un desprendimiento total de retina y derrame interno en el ojo.
Alrededor de 1974 relata Rafaela, que la Virgen del Espejo se le apareció en sueño y le devolvió la vista; para honrar tal acontecimiento elaboró una pequeña talla y posteriormente le dedica la creación del Museo del Espejo en 1979 en su casa de Boconó, con una capilla a la Virgen, y dos salas para obras, objetos, y un Pesebre con figuras a escala natural.
Actualmente vive en Betijoque en su apacible espacio “El Paraíso de Aleafar”. La obra y trayectoria de Rafaela Baroni han sido merecedoras de importantes premios en las Bienales de Arte Popular (Museo de Petare, Museo Salvador Valero), la Mención Especial, Premio AICA (1991); y el Premio Mujer de la Tierra, Mención Arte AVON de Venezuela (2001).
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