domingo, 4 de noviembre de 2018

Rafaela Baroni y el Paraíso de Aleafar

01/11/2018


Rafaela Baroni es una particular artista venezolana nacida en La Mesa de Esnujaque, estado Trujillo, el 1 de noviembre de 1935. Su producción va desde la talla en madera de imágenes religiosas, performances de fiestas tradicionales, la representación de su boda y su funeral; hasta la escritura de cuentos y poemas, que declama con soltura en su Paraíso de Aleafar: un espacio que ofrece al público en las afueras de Betijoque “para que todas la personas que quieran venir a meditar, a aprender a tallar, escuchar mis palabras, consigan la paz, la armonía y la tranquilidad”

Desde los 11 años la vida de Rafaela Baroni o Aleafar se ha visto marcada por severos estados de salud: dos ataques de catalepsia, el primero a sus 11 años que duró 24 horas y el segundo en 1966, esta vez con una duración de 72 horas, experiencias que le inspiraron su obra capital “La Mortuoria o el Entierro” – que ha representado en importantes museos del país desde 1987. Además, padeció una parálisis en 1964 que duró cinco meses, y en 1972, un desprendimiento total de retina y derrame interno en el ojo.

Alrededor de 1974 –relata Rafaela– la Virgen del Espejo se le apareció en sueño y le devolvió la vista; para honrar tal acontecimiento elaboró una pequeña talla y posteriormente le dedica la creación del Museo del Espejo en 1979 –en su casa de Boconó–, con una capilla a la Virgen, y dos salas para obras, objetos, y un Pesebre con figuras a escala natural.

Actualmente vive en Betijoque en su apacible espacio “El Paraíso de Aleafar”. La obra y trayectoria de Rafaela Baroni han sido merecedoras de importantes premios en las Bienales de Arte Popular (Museo de Petare, Museo Salvador Valero), la Mención Especial, Premio AICA (1991); y el Premio Mujer de la Tierra, Mención Arte AVON de Venezuela (2001).

Historia.

  “Para mi la cosa especial para tallar son los Santos... yo quisiera que Dios me diera licencia para hacerlos toditicos”.
Nacida en la Mesa de Esnujaque, Estado Trujillo el 1 de noviembre de 1935. Descendiente de familias de origen italiano-, Rafaela, sin duda podría considerarse como una de las creadoras más interesantes e inusuales en el panorama artístico contemporáneo venezolano. Una dura e inflexible formación familiar produjo en su vida alteraciones y situaciones difíciles de sobrellevar. La auténtica libertad – en lo personal y lo creativo – la obtuvo después de un sin número de avatares que la llevaron a tomar la decisión de habitar en Boconó, donde de la madera hace brotar maravillosas figuras, donde mantiene contacto con la Virgen del Espejo, ejerce poderes de sanación y se ocupa activamente por el bienestar social y cultural de la ciudad.

Nombres Artísticos:
“Señora de la Virgen”, “Angel Loro”, “Aleafar” (una variación de su nombre leído de izquierda a derecha), bajo cualquiera de sus facetas y nombres esta maravillosa creadora presenta una selección de los santos, Vírgenes e imágenes que habitan su imaginación y que ahora comparte libremente: “tengo alas para volar, soy muy rápida en el hablar, en el andar y para trabajar. Además siempre sueño que estoy volando”.
   Rafaela Baroni tiene mirada sabia, transparente, como si permanentemente imaginara el mundo que de su talla se desprende: flores multicolores, pájaros, santos, ángeles, vírgenes...


   Se trata realmente de una artista excepcional cuya vida no deja tampoco de ser excepción: ha “muerto” dos veces y de esos estados catalépticos ha vuelto con la imagen y la noticia de la Virgen , con conocimientos que anteriormente no poseía, con dones especiales para sanar, se encierra en su propia urna – una hermosa manera de exorcizar la muerte - , “sorpresa” podría ser una palabra aproximativa, “magia” también.

El trabajo con la madera se inició a partir del segundo estado cataléptico: un sueño eterno en vida del cual surgió el imperativo de rendir homenaje a los Santos y a la Virgen : “La primerita Virgen que tallé, la pequeñita de veinticinco centímetros, la hice de un palito de cedro que yo me encontré. Después le di guerra y guerra a la gente de Obras Públicas y me trajeron una rola. Entre mi esposo y yo la pusimos cuadradita, la organizamos y pusimos la custodia pequeñita sobre ella. Al año tuve un sueño en el que la Virgen me dijo: Hija, yo no necesito ser hecha de otra persona, saque la rola que está debajo de mí y me hace. Yo quedaré morenita. La primera virgen la pinté, la segunda la barnicé toda, y los ojitos se le vieron como si los hubiera pintado, porque hasta tienen las rayitas de sangre que uno tiene en los ojos”.

Muy probablemente gracias a esa comprensión de la naturaleza y de la religión, unido ello a un desbordante talento, logra ella dar forma a ese mundo aparentemente inarticulable: “No tengo instrumentos especiales para tallar. El principal es mi navaja, el serrucho para guardar los pedazos grandes y algunos escoplitos pequeños que tengo para trabajar la parte de los nudos naturales de la madera que son potentes que no le puedo pasar la navaja.....






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